Es un absurdo todo este tema del país vecino y su presencia en nuestra tierra, el tiempo que han estado, lo que planean o contra que atentan. Es un absurdo que nos engañen de forma boba constantemente, de tanto ahorrar en educación tenemos un master en ignorancia.
Es esa tierra la que decimos nos pertenece ante el haitiano, ¿y a quien le damos el oro? ¿a quién vendemos a chele cada pedazo y playa? Sobran las ganas para hablar de lo que solo resta. Ausente la voluntad para señalar a los corruptos a los que servimos como manjar nuestros bienes y a todo eso que llamas “nuestro”. Y nuestra historia pasa a ser huellas que borran las olas en la arena.
Son los “me gusta”, el “compartir” los disparates ahí en las redes y ese “postear” mensajes de reflexión y ni en ello reparas. La distracción siempre ha reinado porque queremos, nuestra atención se va tan lejos de lo que sí importa, “descubrieron que el café hace daño”, o “Francesca y su muñeca” o lo que la Miley y ese maldito culto a su persona. El ser inculto, jugar al distraído, el ser vulgares, todo una moda. Compran nuestras intenciones por pendejadas. Que barata se vende nuestra atención ante lo trivial.
Es este sistema que no funciona, es vertical la dictadura y se disfraza de democracia. Es el respecto que tanto exigimos y no practicamos. Es el atrofio de todos los recursos con que contamos. El consumismo que desparrama, es la obediencia sin las razones. Al creativo que vive dentro y se marchita porque no riegas, no es de pintores o de escultores, es algo que vive en todos y pisoteamos. Es esa idea la que descartas por ser absurda, la que no escribes, la que no haces eco, es ese cambio que toca el timbre y siempre despachas. Es resignarnos, la anestesia a nuestras ganas de hacer lo bueno, es el quejarse y poner en coma las soluciones.
Y que importa en lo que yo creo o no creo, si hay tanta espuma, si yo no creo en las banderas y sí en todas estas cadenas que no rompemos. Qué carajo importa si yo creo que unos pocos se hacen ricos y escriben basura de autoayuda. Pero que importa si yo no creo en los diositos o en los santos que solo encierran, que importa si yo no creo que existan la diversidad de los partidos y que si existe uno que ha depredado a medio mundo y que solo sirve a sus intereses cuando subimos ahi a la silla, que son muy pocos los que buscan las grietas y hacen frente. Que importa si yo creo que vienen tiempos de hacer caer las escaleras y recordar las leyes verdaderas.
Pero quien soy yo, yo no soy nadie o quizá sea de oniria. Alguien que espera y que quiere hacer algo para que el mundo cambie. Alguien que no espera a Batman o a un hombre acero, no espero a héroes porque ya nacieron y estan durmiendo. Alguien que cree en la educación como arma de construcción masiva. No soy mejor ni peor que tú, pero se bien que nos están mintiendo desde hace tiempo. Que cuando hablamos de culpables miramos hacia a un lado y mientras se venden más los matatiempos y paquitos en las ferias. Yo sé muy bien que son muchas las gotas que colman a este vaso y que del dicho al hecho cien mil pretextos.
Pero qué caso tiene si esto se queda como murmullo entre papeles, si va en verso o tiene ritmo si solo conduce a un impulso que muere lento, si parafraseo a otros poetas o a grandes héroes, si lo que desborda el alma se queda corto al expresarlo en palabras. Qué caso tiene si pasan los años y esperas héroes, que venga el genio, si esperas premio por un desvelo o por un grito, si das la guerra y a la primera: bandera blanca y das la vuelta. Qué caso tiene la insurrección si muere en su iniciativa porque no insistimos.