Chernobil et papillons

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Toda una vida vida de catequismos y budas, de caminos y rutas en la disparidad de las décadas. Cuantas penumbras y luces, extravíos y encuentros por la complejidad de la psiquis. Toda una vida de elecciones y efectos, del polo sur y la Atlantis, de Afganistán y Siddharta, de circularidad y mil bucles, de oportunidades y caras. Mil situaciones que pasman, grandes escapes y triunfos.
Toda una vida en altas y bajas, en gotas y mares, en casos y cosas, en risas y penas, de Bangladesh y Polonia, faltas individuales sufraga la pluralidad. Vuelvo y recuerdo a Einstein y no creo en un Dios que se ocupe de las acciones y el destino de los seres humanos, sino en uno que revela armonía para todos los seres vivos. 
Toda una vida de personas que marcan, que pasan, que mienten, que vuelan, se quedan, conectan, disparan, aciertan o fallan. Toda una vida de rewind y fast foward, almacenamos el alma, embotellamos la escuela, un Chernobil que va lento. 
Toda una vida de viajes, de papillons y de larvas, de situaciones intensas, cicatrices y pruebas, de sed por la adrenalina, de tanto exceso hace daño. Toda una vida en besos y abrazos; en miradas que queman, consuelan o abrazan; en labios que llaman cobijan y aman. 
Toda una vida de calentamiento global, de se derriten los polos, de cataclismos y sectas, de mil orgasmos y curas. Toda una vida en unos instantes, en corazones que laten, de desnudar y entrega, de postergar y olvido, de amuletos y cartas. Toda una vida de egolatría e irreverencias, de kamikazes y luchas fronterizas, de poder y consumismo, de ternura y estigmas.