Mis letras se cocen al papel y mi voz a suspiros, cuando veo las aves volar de los campanarios, tus ojos. Las venas que conducen a mis dedos, enmarañados caminos, las palabras. Ramas frondosas forman los laberintos, mis letras. Caminos sin señales, donde unas palabras ya antes se han perdido, atadas al pasado. Unas el miedo las detiene, otras se sientan en el contorno de algún sueño. Otras se agarran de la mano buscando el sol.
Escuchando a tus ojos, mirando al viento, respirando al alba, saboreando la tarde, sintiendo las estrellas, se movilizan mis letras a veces con el austro, a veces al norte y otras sin saber hacia donde. Florecen cuando se tranquiliza el invierno o desprenden del alma como hoja de un árbol en cualquier otoño. Un día ellas laten como tambor respondiendo a esa voz de muy adentro, el corazón. Y en otro día, enfrían como gotas que mojan el día, quizás era mayo. Unas ríen, bailan y solo el viento les sigue el paso. Otras en algún recóndito espacio, como fantasmas esperan en armarios marchitos o maletas gastadas. Algunas de ver tanta noche se mueren, otras envueltas en ganas las canta el pulso, las susurra la brisa a tu oído o las grita el tiempo al cielo gris, ocaso azul o amanecer.
Mis letras ¿qué les voy a decir si se van y habitan otras venas? A veces quisiera que vuelvan, otras veces quisiera que no enmudezcan. Desde adentro escapan palabras y se convierten en un momento en fría vela que impelía el viento hasta chocarse con la roca, ceguera. Cuando abre la caja saltan las palabras sin miedo y llenas de alegría se tatúan en una mirada y si atinan a unos labios se roban un beso. A veces desnudan y se amarran a la luz, otras tiemblan en el mar y sobre las rocas se vuelven espuma.
Mis letras las mata la soledad que nace en el silencio. Muchas encallan en mi boca y en un soplo les dan color y forma, mis labios. Cuando se visten de rojo forman un jardín y cubren el dolor. Y cuando se visten de pena pintan acuarelas, van al mar o vuelan. Letras como espantapájaros se encojen de hombros cuando no saben que decir o no se deciden a en tinta ser dibujadas o ser pluma que en el aire se elevan o se esfuman, acarician o lastiman. Sílabas toman el tren y en cada andén mostrando imágenes de quien soy.
Escuchando a tus ojos, mirando al viento, respirando al alba, saboreando la tarde, sintiendo las estrellas, se movilizan mis letras a veces con el austro, a veces al norte y otras sin saber hacia donde. Florecen cuando se tranquiliza el invierno o desprenden del alma como hoja de un árbol en cualquier otoño. Un día ellas laten como tambor respondiendo a esa voz de muy adentro, el corazón. Y en otro día, enfrían como gotas que mojan el día, quizás era mayo. Unas ríen, bailan y solo el viento les sigue el paso. Otras en algún recóndito espacio, como fantasmas esperan en armarios marchitos o maletas gastadas. Algunas de ver tanta noche se mueren, otras envueltas en ganas las canta el pulso, las susurra la brisa a tu oído o las grita el tiempo al cielo gris, ocaso azul o amanecer.
Mis letras ¿qué les voy a decir si se van y habitan otras venas? A veces quisiera que vuelvan, otras veces quisiera que no enmudezcan. Desde adentro escapan palabras y se convierten en un momento en fría vela que impelía el viento hasta chocarse con la roca, ceguera. Cuando abre la caja saltan las palabras sin miedo y llenas de alegría se tatúan en una mirada y si atinan a unos labios se roban un beso. A veces desnudan y se amarran a la luz, otras tiemblan en el mar y sobre las rocas se vuelven espuma.
Mis letras las mata la soledad que nace en el silencio. Muchas encallan en mi boca y en un soplo les dan color y forma, mis labios. Cuando se visten de rojo forman un jardín y cubren el dolor. Y cuando se visten de pena pintan acuarelas, van al mar o vuelan. Letras como espantapájaros se encojen de hombros cuando no saben que decir o no se deciden a en tinta ser dibujadas o ser pluma que en el aire se elevan o se esfuman, acarician o lastiman. Sílabas toman el tren y en cada andén mostrando imágenes de quien soy.
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