Friday, June 09, 2006

Y solo en el silencio…

En las horas insomnes, parecen que engordan los segundos En las horas insomnes parecen engordar los segundos de ese reloj asustado por la oscuridad de una noche tan profunda como
el sueño que no acaba de llegar. Corre la mente a la hora en que ya no queda nada la maldita hora trayendo recuerdos e imágenes que siempre vuelven, botellas echadas al mar de los olvidos. El cuerpo a veces parece hacerse ovillo y al intentar desenredarse bajo el tacto de unas manos imaginarias, aquellas que sólo tienen voz, para encontrar un hilo que lo saque del laberinto urdido de miedos secretos, de secretos que dan miedo.

Imperceptiblemente se abren las viejas cicatrices cortadas una y otra vez por el bisturí del silencio, ese silencio que pesa y asfixia sin poder ahuyentar la lucidez de una mente que quisiera apagar los ecos de los pasos que nunca han sido, concluir la reconstrucción que nunca acaba. La luz tímida del amanecer se cuela por una de las persianas. Las heridas también se curan mejor en silencio.

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